viernes, 14 de agosto de 2015

Chapter 2: fat, single, and ready to mingle.

Como siempre le digo a mis amigxs: una no decide quedarse sola de por vida por amor al arte, o por ser una mostrocuco incogible; es algo que más bien se va dando progresivamente. Es toda una construcción psicológica y hasta social. Una decide quedarse sola cuando ya está cansada de que la caguen, o cuando está cansada, digámoslo por una vez en la vida sin pelos en la lengua, de  tanto pelotudo que va suelto y sin correa por la calle. Algunas de nosotras, créanme, tenemos un máster al respecto de estos hombres.
Hoy, la mujer promedio decide enfocarse en su carrera y poder terminarla. Pero hay varias mujeres promedio, yo soy de las que se enojan si le preguntas cuánto le falta para recibirse o cuántos finales ha metido; mi estimado, hasta ahora lo único que metí en mi vida con mucha puntería fue el nacho en la salsa cheddar (y me lo llevé a la boca sin que se callera una gota en mis tetasmesada). Así que, tal y como venía diciendo, la minita quiere terminar el secundario y enfocarse en su carrera sin tener que lidiar con relaciones escabrosas de tipos que ya ni se calientan en cortejarte, directamente te invitan a coger (PD. ¿Dónde quedó lo metafórico del “vayamos a un lugar más tranquilo”? no hay tupé).
Ahora prefieren experimentar la vida, repartir el tiempo entre estudiar y salir con amigas, tienen la teoría de que aún están muy “born to be wild” y que sólo después de los 30 deberían preocuparse por establecerse y encontrar al amor de su vida (ese que si te invita a la casa y es muy cool lo vas a mirar con corazones en los ojos y vas a pensar en decirle “¡cómo me gustaría llenarte la casa de niñitos con tu cara, la reputamadre!”). Les juro que esas minas piensan que el amor puede encontrarse abriendo un huevo kínder, y yo les aseguro que no es verdad. Y se los digo yo, que estoy cerca de los treinta (cerca, cerquísima). En este entonces, es decir, en mi entonces, las posibilidades de encontrar un amor no sólo son bajas, sino que, cuando se encuentra algo parecido al *amor* son tantas las expectativas, que el individuo nunca cumple con los requisitos.
Pero aquí está el problema, mi querida: después de los treinta está todo ese rompederodepelotas que te dice que el reloj biológico ya viene marcha atrás. Se las pongo con ejemplo: hace unas semanas mi mamá me dijo que si después de los 25 no encuentro al hombre con quien comparta lo que me resta de vida, entonces estoy cagada. Literalmente en ese instante se activó el “reloj biológico” que tenía insertado en la nuca como los hombresrobots de El Eternauta. En ese momento me vi rodeada de gatos en un caserón enorme, sin nietos que me vengan a romper las pelotas. Me vi más sola que nunca, me vi con la piel estirada, con las tetas como dos pasas de uva. Sentí como mi útero se ponía gris y se marchitaba. Sentí al tiempo irse.
El tema con los treinta y el reloj biológico es que una que se considera un poquito más inteligente o con los pies sobre la tierra, ve cómo tantas otras cometen errores garrafales de tamaños faraónicos. Errores tales como casarse con el primer bobalicón que esté dispuesto a hacerlo.
Pero la posta es que no. A NADIE LE GUSTA QUEDARSE SOLO. Tarde o temprano te empieza a pesar. Lo peor que te puede pasar es que termines llamando a la radio de lentos para conseguir pareja, dejando tu número de celular a la disponibilidad de los oyentes, capaz hasta tenes suerte y hacemos una película después.
Lo importante de este post es que NO SÉ a dónde quería llegar.

La metáfora de mi vida. 

El recomendado de la semana:


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hamburgar